En el año 1551 San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, inauguró en Roma una Escuela de Gramática y de Doctrina Cristiana gratuita que luego se transformó en el Colegio Romano; reconociéndole el Papa Pablo IV, tan sólo cinco años después, la facultad de conceder grados académicos, convirtiendo así al Colegio en una verdadera universidad.